Blog: una autobiografía profesional

COLECTIVOS RENOVABLES

10.02.2014

Las ideologías feministas favorecen el trabajo colectivo, promoviendo la inclusión y el desarrollo de una voz coral. Durante las décadas de los años 70 y 80 del pasado siglo estuve activamente involucrada en la creación de tales estructuras con el propósito de cambiar los discursos dominantes en los mundos del arte y la arquitectura. Estos colectivos no sobrevivían más allá del fin del proyecto que había unido al grupo, aunque era posible forjar amistades duraderas durante la realización. Esto es endémico del trabajo en colectivos por el agotamiento inevitable al trabajar sin remuneración y fuera de horas durante meses, incluyendo la necesidad constante de recaudar fondos o escribir propuestas para subvenciones. Y también por la dificultad de transferir al próximo proyecto las tensiones que se forman entre los miembros del colectivo. Hubo un puñado de notables excepciones a estos colectivos de corta duración, una de las cuales fue Heresies (Herejías), una publicación sobre arte y política en Nueva York, donde fui la única arquitecta del grupo fundador formado por artistas, escritoras, críticas e historiadoras del arte y cineastas.

La genialidad de Heresies fue poder sobrevivir tanto – quince años y veintiséis números – porque es necesario mucho tiempo para influenciar en profundidad los discursos dominantes de cualquier disciplina o actividad, tal como lo hizo Heresies. ¿Qué hizo posible esta longevidad? Hubo un factor enormemente importante: la renovación de los colectivos redactores. La idea de colectivos renovables , con cada número producido por un nuevo equipo, surgió de dos decisiones: primero, que los números de la revista serían temáticos y segundo, que excepto por el tamaño y el número de páginas, no habría un formato que los colectivos redactores debían obedecer. Cada número se convirtió en un proyecto único, rompiendo una de las leyes cardinales de la publicación de revistas, la de tener una tapa y un logo para el nombre identificables. Esta libertad de elección atrajo a muchas mujeres que no se hubiesen comprometido a trabajar más allá del número en el que estaban interesadas. Además, las decisiones eran democráticas: cada miembro debía argumentar persuasivamente para convencer a las otras sobre la inclusión de un texto o una imagen, algo muy diferente de lo que ocurre habitualmente en la dirección de una revista, que refleja el punto de vista singular de una redactora, apoyado por el trabajo de contribuyentes asalariados.

El colectivo renovable amplificó el propósito de Heresies, involucrando a otras personas que tenían sus propios contactos, que a su vez contribuyeron a aumentar exponencialmente el número de contribuyentes y lectoras. La continuidad entre los diversos números se lograba con la participación de por lo menos un miembro del colectivo fundador en todos los números. En un cierto momento hubo la necesidad de incorporar a una redactora asalariada del colectivo fundador para asegurar que los números de la revista saliesen mas o menos a tiempo.

Esto creó un modelo para un modus operandi que pienso puede servir para diversos proyectos, antes y ahora. Lo adopté en mi práctica tanto profesional como académica para la organización de equipos de trabajo formados por mis empleado/as, alumno/as (incluyendo a algunos que ya no lo eran) y profesionales de otras disciplinas para trabajar en una docena de concursos de arquitectura y diseño urbano durante las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado. Como estos proyectos son habitualmente bastante complejos, dando lugar a la expresión de una multitud de ideas en la gran y pequeña escalas, busqué reproducir el proceso democrático de los colectivos, alentando la libre discusión de ideas y el apoyo entusiasta a las mejores, reemplazando la tendencia individual a preferir la propia idea por un sentido de la idea como propiedad colectiva. Los premios que recibimos validaron el método y proporcionaron un orgullo compartido. Y la experiencia permitió a cada participante no solo expresar sus ideas, sino ver como éstas contribuían a un todo mas complejo y sutil. Una forma de trabajo similar también ha funcionado para empresas como Apple o Google y puede asegurar la vitalidad continuada de cualquier iniciativa creativa colectiva, como se pudo demostrar tanto en Heresies como en mi estudio.

Concurso para la recuperación de Spectacle Island, Boston Harbor. Equipo formado por: Brian McGrath, Mary Miss, Mark Robbins, Susana Torre, Cassandra Wilday/Jim Kocis

Concurso para la recuperación de Spectacle Island, Boston Harbor. Equipo formado por (en orden alfabético): Ray Beeler, Galen Cranz, Greg Doench, Jim Kocis, Mary Miss, Mark Robbins, Susana Torre, Cassandra Wilday

 

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